Entendiendo la autolesión


Entendiendo la autolesión

Si te confunde el hecho de que una persona se puede hacer daño físico de manera deliberada, o bien si ya llevas tiempo haciéndolo y no te habías dado cuenta de que ya es reconocido como un problema psicológico real en sí mismo, entonces este documento es un buen principio para empezar a aprender y entender lo que es la autolesión.

Lo que es y lo que no es la autolesión

Se le llama de muchas maneras: autoviolencia, autolesión, auto-daño, parasuicidio, cortarse delicadamente, auto-abuso, flagelación, automutilación.

Hablando de manera general, la auto-lesión es un acto que intenta alterar un estado de ánimo al infligir un daño físico lo suficientemente serio para causar daño en los tejidos de tu cuerpo.

Este daño puede ser a base de cortarse (con cuchillo, con navajas, con vidrio, u objetos filosos), quemarse, pegarle a tu cuerpo con objetos o con tus propios puños, golpearle a un objeto pesado (como a una pared), arrancarte pelo hasta sangrarte, morderte, etc. Las formas más comunes son cortarse, quemarse y golpearse en la cabeza. El “daño a tejidos” normalmente se refiere a daño que rompe, raspa o quema la piel, algo que cause el sangrado o marcas que no desaparecen en unos cuantos minutos.

El estado de ánimo que uno quiere alterar a través de auto-lesionarse puede ser positivo o negativo, o ninguno de los dos; algunos se auto-lesionan para darle fin a un estado de disociación o bien para terminar con un sentimiento que los acosa y que no pueden controlar, o incluso uno acude a dañarse cuando está en tal confusión emocional que no sabe lo que está sintiendo. La autolesión logra regresarlos a la realidad. La autolesión logra enfocarlos a un dolor que pueden describir y justificar. La auto-lesión da fin a una tormenta interna.

NO es autolesionarse si tu propósito principal es:

# Placer sexual,
# decorar tu piel,
# iluminación espiritual a través de un ritual,
# ser parte de un grupo.

Las personas que se auto-lesionan aprenden que al hacerse daño logran aliviar un estado emocional agobiante; es por esto que la auto-lesión es un mecanismo para manejar emociones.

¿Por qué el autolesionarse hace sentirse mejor a algunas personas?

Hay varias razones, y la respuesta es una mezcla de ellas. Por un lado reduce tensión y por otro es un método que tiene la gente para manejar emociones fuertes las cuáles no han aprendido a manejar de mejor manera.

El autolesionarse hace que el nivel de tensión tanto psicológico como fisiológico regrese a un estado que se puede soportar.

Cuando una persona siente una emoción negativa muy fuerte y no sabe como manejarla, aprende que al hacerse daño reduce ese sentimiento de incomodidad en el que se encuentra de manera inmediata. A lo mejor se sienten mal después de hacerlo, pero por lo menos ya no tienen esa sensación de desesperación intensa; digamos que es sentirse mal pero en calma.

Esto explica el porqué el autolesionarse puede ser adictivo: Funciona. Cuando tienes una manera rápida y fácil de hacer que las cosas malas desaparezcan por un rato, ¿por qué tratar de encontrar una manera más tardada y que requiere más esfuerzo para lograr lo mismo? Sin embargo, a la larga, las consecuencias negativas de este comportamiento se van sumando y la gente pide ayuda.

No todos tenemos la oportunidad de aprender a manejar las emociones de manera efectiva.

No nacemos sabiendo cómo expresar y manejar nuestras emociones; lo aprendemos de nuestros padres, nuestros hermanos, nuestros amigos, maestros y la gente que nos rodea.

Un factor que es común para la mayor parte de la gente que se hace daño, haya o no sufrido de algún abuso, es la invalidación. Aprendieron, desde una edad muy temprana, que la interpretación de sus emociones y sus sentimientos acerca de lo que les rodea estaban equivocados e inclusive eran «malas». Aprendieron que ciertos sentimientos no estaban permitidos, dándose casos donde se les castigaba por tenerlos.

Al mismo tiempo, la gente que tenía una fuerte influencia sobre ellos, no tenía a su vez buenos mecanismos para manejar sus propias emociones. Uno no puede aprender a manejar efectivamente situaciones de tensión, a menos que crezca y se desenvuelva con personas que manejan estas emociones de manera efectiva y positiva. ¿Tú crees que podrías aprender a cocinar si nunca has visto a alguien cocinando?

Aunque es común que la gente que se autolesiona haya sufrido algún tipo de abuso, no todos los que se hacen daño han sufrido abuso. Hay veces que la invalidación de sentimientos y la falta de una buena guía para manejar las emociones es suficiente para que se de esta conducta.

Los neurotransmisores ¿podrían tener algo que ver?

Así como se ha visto que la manera en que el cerebro utiliza la serotonina juega un papel en la depresión, algunos científicos piensan que problemas con el sistema de la serotonina puede predisponer a algunas personas hacerse daño, haciéndolas ser un tanto más agresivas e impulsivas que la mayoría de la población.

La tendencia hacia el impulso de agresión, combinada con la creencia que las emociones están mal o equivocadas, puede llevar a voltear la agresión hacia uno mismo. Y una vez que la persona se hace daño, se da cuenta que esta conducta reduce su nivel de tensión y el ciclo comienza.

¿Qué tipo de gente se autolesiona?

Las personas que se autolesionan vienen de todos los diferentes medios. La gente que se hace daño pueden ser hombres o mujeres; con estudios de postgrado o que solamente cursaron la primaria; ricos o pobres; de cualquier país; heterosexuales, homosexuales o bisexuales. Algunas personas que se autolesionan logran funcionar de manera efectiva en puestos muy altos y demandantes; pueden ser maestros, terapeutas, médicos, abogados, ingenieros, trabajadores. Algunos tienen alguna discapacidad. La edad varía desde la preadolescencia hasta entrados los sesenta años; unos más jóvenes, otros más grandes.

De hecho, la incidencia de la autolesión es muy similar a la de los desórdenes alimenticios, con la diferencia que al ser una conducta altamente estigmatizada, la mayor parte de la gente esconde cuidadosamente sus marcas, sus cortadas o ampollas. También tienen muchas excusas que se pueden sacar de la manga cuando alguien les pregunta de las cicatrices (¡hay muchos gatos mañosos rondando por la ciudad!)

La gente que deliberadamente se hace daño, ¿no serán realmente psicóticos?

No más que las personas que ahogan sus penas en una botella de tequila. El hacerse daño es un mecanismo, al que se le suma el agraviante que no es entendido por la mayor parte de la gente y no es tan aceptado y conocido como lo es el alcoholismo, la drogadicción, la anorexia, bulimia, el fumar, el trabajo en exceso, y los demás tipos de mecanismos que usa la gente para evadir sus emociones.

Entonces, ¿es otra manera de describir un fracaso de intento de suicidio?

No. Las personas que se inflingen daño físico normalmente lo hacen para intentar mantener su integridad psicológica: es una manera de no suicidarse. A través de hacerse daño, logran acabar con emociones insoportables y una presión agobiante, lo cual reduce el deseo de suicidarse. Y aunque hay casos de personas que se autolesionan y que en algún momento intentan suicidarse, casi siempre utilizan un método diferente al usual para hacerse daño.

La autolesión es un mecanismo inapropiado para manejar situaciones conflictivas, es una forma de mantenerse vivo, de sobrevivir. Desgraciadamente, hay gente que no comprende esto, y piensan que obligarlos y coartarlos de no hacerlo es la única forma para lidiar con una persona que se hace daño. La hospitalización, especialmente a la fuerza, puede hacer más daño que bien.

¿Se puede hacer algo por la gente que se autolesiona?

Se están realizando investigaciones con medicamentos que estabilizan el humor, alivian la depresión, y calman la ansiedad; en algunos casos se ha reportado que estos medicamentos ayudan a que el paciente ya no se haga daño.

Hay diferentes tipos de terapia psicológica que se han desarrollado y se siguen desarrollando para ayudar a los que se hacen daño a aprender nuevos mecanismos que les permitan manejar sus emociones, y así enseñarles técnicas apropiadas como alternativas a la auto-lesión. Este trabajo terapéutico se basa en que una vez que el paciente entiende sus patrones de auto-violencia y se estabiliza, entonces se puede empezar a trabajar con los problemas que subyacen a la auto-lesión.

Esto no implica que se deba de obligar a los pacientes a no hacerse daño. Cualquier intento de reducir o controlar la cantidad de auto-lesiones que una persona se hace, debe de estar basada en el deseo del paciente en emprender el difícil trabajo que es controlar o parar el auto-daño. El tratamiento no debe de estar basado en los sentimientos y creencias personales del profesional sobre la conducta de auto-lesionarse.

La autolesión evoca muchas emociones incómodas en la gente que no lo hace: repulsión, enojo, miedo, disgusto, entre otros. Si un profesional no se siente capaz de manejar sus propias emociones acerca de la autolesión, entonces tiene la obligación a sí mismo y al paciente de referirlo con otro que pueda hacer el trabajo. Además, tiene la responsabilidad de estar seguro que el paciente entiende que el referirlo es debido a su propia incapacidad de manejar la auto-lesión, y no con ninguna posible singularidad del paciente.

Las personas que se hacen daño, lo hacen generalmente debido a una dinámica interna, no lo hacen para molestar, enfurecer o irritar a otros. El autolesionarse es una respuesta conductual a un estado emocional y usualmente no se hace para frustrar al profesional. En las salas de urgencias, la gente con heridas hechas por sí mismos, se les dice directa o indirectamente que no merecen el mismo trato que alguien que se lastimó de manera accidental. Son tratados de manera grosera por el mismo doctor que trataría de manera amable a una anoréxica que llega debido a un desmayo. El médico debe de ser consciente que una herida de una persona que se auto-lesiona responde a un sufrimiento psicológico y por ende debe de tratarse como trataría una herida accidental.

La autolesión es una conducta para manejar emociones insoportables.

Cartas recibidas de familiares de afectados TLP.


http://usuarios.discapnet.es/border/tlpfamil.htm

Se han omitido nombres, párrafos y cuanCartas recibidas de familiares de afectados

Carta 1: Mi hijo TLP (del autor de esta página WEB)
Carta 2: ANONIMO
Carta 3: La vida sin Andrés (enfermo TLP)
Carta 4: Una madre TLP
Carta 5: Desde Chile
Carta 6: La alegría de una Familia
Carta 7: La última Pieza del Rompecabezas
Carta 8: Hermana de un TLP.
Carta 9: Atención a los Cuidadores.

Mi hijo TLP (del autor de esta página WEB)

Hace 15 años vinimos a vivir a esta ciudad. Mi mujer mi hijo y yo. Dejamos familia y recuerdos. Fue muy duro. Desde el comienzo mi hijo tuvo problemas de conducta. En casa, en el colegio, en la calle, en todas partes. Sus compañeros le rechazaban. Su hiperactividad era constante. Era insaciable. Nada lo llenaba. Juguetes, libros, etc. Mi mujer sufría en silencio. Quien mejor que ella sabia que su hijo tenía algo extraño. Yo estaba ciego. Simplemente no podía entender que mi hijo estuviera enfermo. Lo llevamos a varios Psiquiatras y Psicólogos. Cada uno decía algo distinto. Ninguno supo decirnos lo que realmente le pasaba. Llegó su adolescencia. Con ella se manifestó su problema con toda su virulencia. Después de una crisis lo ingresamos en un Hospital. Se le diagnosticó un Trastorno Límite de la Personalidad Border Line. El diagnóstico fue confirmado por otros Médicos. Cuando me lo explicaron me quise morir. El problema era congénito. Había nacido así. No nos pudieron explicar los motivos. Nuestro matrimonio estuvo a punto de romperse. Hoy estamos más unidos que nunca. Nos ha cambiado la vida. Hemos dado la vuelta a todos los valores morales. Lo importante es nuestro hijo. El resto no lo es tanto. En sus momentos de lucidez me pregunta porque no puede ser como los demás. No se qué responderle. He luchado mucho para conseguir un tratamiento y una educación adecuadas para mi hijo. Se que hasta el final de mi vida tendré que seguir luchando por él. No me importa. Dios me ha dado fuerza y voluntad para ello. Mi hijo no puede hacerlo. Yo lo haré por él.

ANONIMO

(Carta anónima a ACAI-TLP, para la revista SIN LIMITE)

Hace años me casé con una persona adorable, muy inteligente y simpática, que parecía dispuesta a compartir incluso mi forma de ver la vida, a pesar de que me avisaron y de que presencié algunas » rarezas», que no parecían ir mucho más allá de lo aparente.

Sin embargo, desde el primer momento de la boda, su comportamiento imprevisible, fue un continuo sufrimiento para mi, persona. Fui por consejo de una amistad a visitar a un psiquiatra, pero me dijo que el problema más bien podía tenerlo mi cónyuge.

Pero ¿como llevar al cónyuge al psiquiatra cuando se encuentra perfectamente bien, goza de buena salud, se divierte, rinde profesionalmente y no manifiesta en absoluto ningún problema exteriormente?. Prácticamente imposible.

Empecé un rosario de consultas, intenté que le hablaran otras personas….todo inútil. A fuerza de abandonos y malos tratos físicos y psicológicos acabé en comisaría varias veces, donde recibí la primera luz. El comisario me dijo: » Lo primero que tienes que averiguar es si se trata de una persona enferma mental, una borderline, o una persona egoísta», porque el cauce que debería dar a los acontecimientos sería distinto. La gente me empujaba a separarme, desde el principio, pero yo quería saber lo que pasaba exactamente, quería saber la verdad, para no actuar injustamente, aunque la convivencia era terrible por falta de diálogo entre otras cosas, ya había hijos por medio y no quería que nadie saliera malparado por una decisión errónea.

Unos dos o tres años después del matrimonio, alguien que conocía bien a mi cónyuge y entendía de medicina me dijo que era la típica persona borderline. Pero entonces no se consideraba una enfermedad, ni se comentaba como causa de una anulación de matrimonio tan clara como pudiera ser una esquizofrenia previa a la boda.

El desconcierto continuo era que esta persona tenía momentos de extraordinaria normalidad y sensatez, combinados con otros llenos de incoherencia y aparente mala educación. Yo no entendía nada, pero intuía que en su comportamiento no había » maldad», aunque tampoco se podía hablar de virtud, ni siquiera de actuar saludablemente. Me sentía atrapado/a. Ni siquiera podía sentir odio.

Por fin un abogado logró que nos pusiéramos en terapia matrimonial y le diagnosticaron un Trastorno Limite de la Personalidad. Yo busqué libros que me hablaran sobre ello pero no encontré más que el de la Sra. Foret. Me asusté mucho porque por un lado no encajaba exactamente con el patrón de esa persona, pero si daba índice de la importancia del problema y de hasta qué punto necesitan ayuda tanto ellos como los que tienen que convivir con esto.

El giro de trescientos sesenta grados se produjo cuando os encontré. Empezar a recibir información, comprender lo que te pasa y le pasa, saber que no eres el único/a, que hay ayudas a tu alcance….no sabéis el alivio que supuso para mí , que incluso pensé que era providencial y que esta asociación había nacido para mí. Doce años de tinieblas empezaban a dejar ver una forma y alguna clase de ayuda.

Gracias por todo. Por vuestro esfuerzo y por existir unidos e investigar como superar el TLP. Gracias por vuestro soporte. Sois fundamentales para los que sufrimos por ello. Poder comunicarse a través de teléfono, la red o la revista es una ayuda muy importante. Gracias por compartir vuestros problemas con los demás para que todos aprendamos y afrontemos mejor las cosas.

La vida sin Andrés (Enfermo TLP)

Hoy Paloma ha tomado la dura decisión de renunciar a vivir con su hijo. En la unidad de adolescentes del Hospital Universitario Psiquiátrico Gregorio Marañón de Madrid, le han dicho que allí su hijo no tiene espacio, no pueden tratarle y «estropea» a los demás. Paloma sabe que con ellos, con sus padres, es como su hijo Andrés no se curará jamás. Ante la imposibilidad de que le acoja ningún centro especializado, Paloma y su marido han acordado ceder la custodia del niño a la Comunidad Autónoma de Madrid. Dolorosa decisión: meditada, masticada, apoyada, después de varias noches en vela y de años de irse encogiendo el corazón y la moral poquito a poco, como el veneno inyectado gota a gota.

Yo también pasé por ese trance y sé lo que siente Paloma, sé como su corazón desgarrado, ahora late débil de tanto cansancio y amargor.

Comprendo su sensación de vacío, de fracaso, de impotencia durante estos años de perplejidad ante la «cara dura» de su hijo. Vivo en mi piel la rabia por la desidia de cuantos facultativos han visto y han tratado a Andrés como un «caso inabordable».

La angustia de Paloma es la mía también; sólo quien ha pasado por ello lo conoce. Cualquier cosa se hace banal comparado con «eso»; nada importa, todo lo invade el problema, todo lo llena.

Y tan angustioso es, que aún siendo el mayor trauma posible en la vida de una mujer (separarse de su hijo), Paloma empezará a respirar a partir de hoy. Comenzará a reponer los cacharros rotos, recuerdos de las crisis de Andrés. Se acostumbrarán a vivir sin continuas amenazas. Podrán dejar un monedero en cualquier sitio de la casa, sin temor a perderlo. La familia se irá acostumbrando a no tener pánico a hablar, previendo la reacción del niño. Desaparecerán los gritos, los insultos, las blasfemias. Se empezará a vislumbrar un hogar, en fin.

Ahora no tienen fuerza para llorar: tan agotados están.

Mañana y con frecuencia después, se les nublarán los ojos pensando en el infierno inmerecido que han vivido estos años. Y como su capacidad de amar no se ha agotado, llorarán doblemente por la triste suerte de Andrés, que tiene que cargar consigo mismo para el resto de sus días.

Mientras la próspera España vive anestesiada con la Operación Triunfo, en muchos rincones de su geografía sufren familias como la de Paloma, preguntándose que hicieron para merecer ésto.

Andrés tiene 14 años y está diagnosticado TLP con rasgos anti-sociales.

Una Madre TLP

Buscando en Internet temas sobre enfermedades mentales encontré su pagina. Trataba de encontrar que podría ser lo que le ocurre a un familiar mío, y creo que el Trastorno Limite de Personalidad encaja totalmente en su problema. Desconozco el diagnostico del psiquiatra que la trata actualmente (hace unos meses), pero anteriormente le habían diagnosticado depresión y trastorno maniaco depresivo. Le daré mas datos: es mujer, esta casada y actualmente tiene una niña pequeña. Lleva mal desde los 18 años: depresión, anorexia, abandono de estudios… De niña se crió en un ambiente de peleas, gritos… su madre es una mujer fría, dura, maltrato física y psíquicamente a sus hijos, creo que jamás quiso a su marido… Eso si, ella era la niña mimada de la casa, se caso con un hombre muy paciente y comprensivo. Las crisis siguieron a pesar de salir de la casa de sus padres. Intento suicidarse y estuvo en coma una semana por ingestión de pastillas. Iba a peor. Había que vigilarla constantemente. Entonces se quedo embarazada y todo fue peor aun. Fue por un error. Ella no quería tenerlo. Se golpeaba la barriga, no comía, no dormía, era un esqueleto sin apenas barriga, decía que quería abortar pero el marido no la dejo. La niña nació con poco mas de un kilo de peso.

Tiene unos sentimientos hacia su hija como hacia su marido o su madre: una mezcla de amor y odio, así me lo dijo ella. A veces es cariñosa con ella, pero otras amenaza con matarla, ya ha llegado a pegarle a la niña y si no la agarran no se que hubiera pasado, la mayor parte del tiempo pasa de ella, el marido tiene dinero y tiene mujeres que se la cuidan y se la sacan a pasear (ella casi nunca sale). Yo he hablado con ella y dice que se siente una mierda, que solo quiere matarse pero que no la dejan. Además siempre esta enferma, tiene muchos problemas físicos que probablemente sean secuelas de su mala alimentación (apenas come). Siempre esta culpando a su madre de todo lo que le pasa. Con su madre y con su marido llega a ser violenta, ha llegado a amenazar a su madre con matarla. Tiene unas crisis cíclicas, unos días bien (sale a dar paseos, cuida a su hija…), vuelta a la depresión (todo el día en cama), y lo peor las crisis: odia a la niña, quiere que se la lleven, rompe cosas, amenaza…

Sin embargo no esta loca, cuando esta bien puede llegar a ser una persona bastante agradable. Ella lo que quiere es ser el centro de atención, que la cuiden, que la mimen, que se preocupen por ella (hay que darle de comer, bañarla,… tiene una mujer que la cuida
a ella y otra que se ocupa de la niña mientras el marido no esta). Tiene unos celos terribles de la hija, no soporta que le regalen cosas, que la mimen. Esa niña esta en un ambiente muy perjudicial para ella, temo por su salud mental y física. De hecho, el psiquiatra que la esta tratando le ha dicho al marido que saque a la niña de allí, que corre peligro. El motivo de mi carta es pedirle consejo con respecto a mi familiar y respecto a la niña, si realmente lo que tiene es TLP, y consejo también sobre la niña, sobre si esta bien que me la quede yo, si esto debería ser permanente, si podría curarse, si la niña podría haber heredado lo que tiene su madre…

Agradecería su ayuda, por mi, por su madre y su marido, y por esa niña que no tiene culpa de nada y no tiene una verdadera madre y que en vez de recibir mimos ha recibido de ella un guantazo y palabras como «te voy a tirar por la ventana» o «te voy a estrellar contra la pared» o «no quiero verla, quítamela de aquí», menos mal que aun no entiende.

Desde Chile

Soy chilena, tengo una hija de 19 años a quien le diagnosticaron TLP, después de años de deambular por diferentes psicólogos y psiquiatras.

Gracias a tu página pude realmente asumir y entender a una persona TLP, entender de alguna manera la forma de ser de mi hija, ya que antes no entraban en mi cabeza sus actitudes, lo que produjo una serie de peleas, gritos, llantos, desconcierto y creer que ella lo podía manejar y que era falta de esfuerzo por parte de ella.

Bueno, como mujer, después de haber llorado hasta cansarme por la pena que me produjo asumir lo que es mi hija, como sufre ella sobretodo y el duro futuro que nos espera, aquí estoy con las pilas puestas para hacer lo que sea para salir adelante con ella nuestra familia. Estamos en mi familia como dice el titulo de un libro.. «pisando huevos o conchas», estoy buscando un psicólogo, pero aquí en Chile, no hay una Asociación, nada, y te escribo para saber si tienes un dato anexo… Mi hija no es border extrema, todavía me obedece y sus crisis fuertes no son muy seguidas, pero necesito saber como tratarla, manejarla… sin presionarla pero a la vez darle o tratarle de entregar ciertos patrones, porque supongo no porque sea border voy dejarla hacer lo que quiera sin control tampoco, debo ponerle pautas, limites… no se. Te darás cuenta que estoy hecha un rollo. Si pudieras, te agradecería unas líneas de consejo o apoyo en lo que puedas. Gracias.

La alegría de una Familia.

Carta recibida de la madre de una afectada TLP, ingresada sin aparente solución en una residencia con otros enfermos mentales.

Estimado Luis: Gracias por la información sobre la conferencia. Yo no pude ir, lo sentí mucho, sería bueno que el Dr. Rubio nos diera una conferencia. A ver si lo conseguimos. Mi hija tiene un diagnóstico de TLP está hospitalizada en una Residencia. Está cada vez peor, deteriorándose un poco cada día y ¿sabes Luis? no puedo hacer nada. En la unidad donde ella está hay muchos enfermos con múltiples diagnósticos y mi hija no está recibiendo la terapia adecuada. Estoy hundida Luis, pero sé que remontaré, seguiré luchando por mi hija tengo que conseguirlo, ella se merece una mejor calidad de vida. Gracias por escucharme y si se te ocurre algo bueno dímelo por favor Un saludo.

Nueva carta recibida de la madre de la afectada TLP anterior, tras un ingreso de varias semanas en la unidad TLP de Málaga.

Hola Luis: Hace mucho que no te doy la lata, pero acabo de llegar de Málaga y quiero contarte mis impresiones sobre el viaje. Bueno mi hija está mucho mejor, no te imaginas lo que ha sido para mi verla este fin de semana, alegre y con ganas de hacer cosas. Fuimos al cine juntas paseamos por Málaga a pesar de la lluvia, cenamos, como dos buenas amigas Luis, yo casi no me lo puedo creer.!El centro está muy bien, rodeado de jardines, y las habitaciones son amplias y con mucha luz..Tienen una cafetería, y amplios salones donde imparten las terapias. No he conocido a Soledad Santiago. Los facultativos con los que ayer tuve la entrevista, pues son los que estudian el caso de mi hija…Luis dicen que es recuperable yo no quiero tirar cohetes, pero lo que está claro es que mi hija no había estado tan bien desde hace mucho tiempo. Luis ¡esto marcha! tenemos que seguir luchando para conseguir mas centros de estas características. Gracias por todo, que Dios os bendiga.

La última Pieza del Rompecabezas

Ojalá la existencia de esta enfermedad tuviese más difusión para que la gente pueda detectarla a tiempo. Millones de gracias y que Dios bendiga al creador de la página.

GRACIAS!!!

Es la única palabra que puede describir lo que sentí al encontrar esta página…alivio…..tranquilidad…… Es como haber encontrado la última pieza del rompecabezas …..

Hace 11 años que estoy casada ……hace 11 años que me vida es un calvario….tengo 3 hijos y todo ha sido siempre muy difícil….me case muy enamorada de mi marido, quizás porque las locuras que hacía por mi me parecían maravillosas……pero eso se volvió en mi contra, desconocía que existía este trastorno de la personalidad y aunque tuve aún desde el comienzos motivos para pensar que algo no estaba bien seguía siempre adelante porque lo amo y por mis fuertes convicciones religiosas….pero confieso que he sufrido horrores

Si me pusiera a contar los desastres que he vivido y que aún padezco tendría que escribir un libro….he terminado haciendo yo años de terapia al pensar que el problema era yo y que todas las cosas hirientes que él me decía eran ciertas y que me las merecía. He sufrido muchos episodios de violencia aunque sin llegar a los golpes, pero hay palabras que golpean tan fuerte en el alma que son casi imposibles de distinguir de un gran puñetazo en el ojo…..

Ya no sé qué hacer. este hombre nos ha llevado a la ruina total, entregué mis bienes para que él los administrara, obviamente sin saber de su enfermedad y hemos perdido todo. Incluso me encuentro denunciada. Jamás me dejó saber qué hacía porque cada vez que le preguntaba se ponía desmedidamente agresivo y yo prefería dejar las cosas así. Más de una vez «huí» de vacaciones lejos de él para respirar. tengo miedo de que mi hija tenga el mismo problema.

Él tiene dos hijos anteriores al matrimonio, con distintas madres, y su hija, la mayor, sufre del mismo trastorno, también es border…..

El ya tiene 43 años ….todo el mundo dice «es un niño-grande» y aún no ha sido diagnosticado….se resiste mucho a ir al médico y en crisis emocionales muy fuertes tiene convulsiones y es por ese
motivo que ha recibido medicación. Quisiera saber si esto algún día se terminará. si debo seguir adelante…..si debo terminar con este matrimonio para salvarme y salvar a los niños…..Me casé con él a los 19 años y hoy tengo 30….no sé lo que es vivir paz.

De todos modos, desde que leí la página ya no me siento culpable de todos sus enojos, ni me duelen tanto sus ofensas. ahora sé que es una persona Borderline.

Ojalá mucho tiempo antes hubiera sabido de esto para saber enfrentarlo. Mi dilema ahora es cómo hacer para que él sepa que está enfermo y que esa enfermedad tiene un nombre, un tratamiento. Tengo miedo sugerírselo yo porque temo que no me va a creer ¿qué debo hacer?….

Ya hablé algo con su psiquiatra y me pidió que lo acompañe a él a la próxima entrevista. en fin…¿qué me aconsejan? Quisiera saber si hay alguna forma judicial de obligarlo a realizar el tratamiento y que deje de ejercer violencia familiar y administrar nuestros bienes

Nuevamente GRACIAS!!!!! HAN CAMBIADO MI VIDA.

HERMANA DE UN TLP

El autor de esta página WEB desea resaltar el gran problema que supone la convivencia del enfermo con la familia. El hecho de que los padres puedan asumir la enfermedad no quiere decir que el resto de la familia comparta también este punto de vista. La siguiente carta viene a confirmar que una enfermedad TLP afecta gravemente y sin excepción a toda la familia.

Soy hermana de un TLP. Ahora lo sé. Antes era hermana de un desalmado sin sentimientos cuyo único objetivo en la vida era
maltratarnos.

Tras muchos años sin saber qué hacer ni cómo afrontarlo, tras una huida desesperada del hogar familiar y una depresión que desestabilizó mi existencia hasta un punto que nadie ajeno a la enfermedad entenderá nunca, tras una lucha frenética por escapar de un entorno que me tragaba y anulaba, creo que ha llegado el momento de ofrecerle a mi hermano una ayuda que le permita, ¡qué menos¡, vivir todo lo dignamente que pueda. No creo necesario contar lo que ha tenido que pasar mi madre. Todos lo sabemos. Ella es la auténtica heroína de esta historia. Estoy convencida de que la única manera de abordar esta nueva etapa de la lucha es de la mano de gente que haya pasado por lo mismo. Por ello os escribo, para ver de qué forma podemos asociarnos a alguna de las asociaciones y recibir más información. No quiero extenderme mucho.

Gracias por todo, y felicidades por la página. Es un salvavidas.

ATENCIÓN A LOS CUIDADORES

Hemos recibido esta angustiosa carta de una familia que simplemente no puede más. Tras omitir cuantos detalles puedan servir para identificarles hemos decidido publicarla en nuestra WEB. De su lectura podemos deducir que una intervención a tiempo en su infancia hubiera podido evitar males mayores. Desgraciadamente hace 40 años, (que es la edad del afectado), nadie hubiera podido ayudarle, la vida del enfermo esta destrozada y lo ha perdido todo. Hoy si, y por ello nuestras Asociaciones están reivindicando hasta la saciedad la realización de pruebas diagnósticas a edades tempranas. El otro gran problema que podemos ver en esta carta y que también estamos reivindicando, es la atención al cuidador mediante programas domiciliarios de respiro y el ingreso del afectado en unidades de rehabilitación psiquiátrica de media estancia, tras el ingreso de urgencia. No es de recibo que la sanidad pública permita en pleno siglo XXI, que se produzcan casos como el expuesto en esta carta.

Soy un familiar afectado, tengo un hermano con un trastorno de la personalidad, que todavía ningún médico psiquiatra ha diagnosticado qué clase de trastorno tiene. Estamos a la espera de su diagnóstico. Mi hermano creo que se trata de un TLP, después de haber leído la página Web de ustedes, completa, lo he visto reflejado en todas y cada una de las características de esta enfermedad. No ha habido ninguna que no cumpla, que haya hecho o haya creado él a lo largo de su vida.

En estos momentos, después de haberse separado de él su familia, estamos manteniéndole tres hermanos más y yo. Le recogimos después de haber estado indigente durante una semana. Lo ha perdido todo, además de que la familia ya hacía tiempo que no quería saber nada de él por lo problemático que ha sido siempre, ha perdido un puesto fijo laboral en el cual estuvo trabajando 17 años, hasta que hace pocos años, lo despidieron .

Cuando lo recogimos sabíamos a lo que nos exponíamos, se tomaba al día 3 cajas de medicamentos, además de que en bastantes ocasiones abusaba del alcohol y llegaba completamente borracho a su casa. Inmediatamente lo pusimos en manos de una Dra. psiquiatra de la S.S. del municipio donde resido, y estamos a la espera de su diagnóstico, por supuesto que ella le pidió hacerse un análisis para ver qué grado tenía de dependencia toxicológica, además de la dependencia psíquica que ya adquirido a lo largo de su vida (empezó aproximadamente a tomar fármacos fuertes o drogas blandas y alcohol a los 16 años, a partir de los 20 ó 22 años tuvo varios intentos de suicidio con abuso de pastillas, aunque todos ellos fueron sólo para llamar la atención, ninguno fue queriendo quitarse la vida. Ya en su infancia fue un niño hiperactivo, muy rebelde y problemático).

Mientras estamos a la espera de ese diagnóstico, han transcurrido ya dos meses, y los hermanos que estamos apoyándolo y cuidándolo empezamos ya a pensar que esta situación no vamos a poder aguantarla por mucho más tiempo, ya que como muy bien explican Uds., su carácter hace que la convivencia no se desarrolle tranquila y con normalidad si se está con él, por lo que actualmente, mi marido y yo estamos también en tratamiento psiquiátrico con la misma Dra., ya que esta situación nos hace pasar verdaderos momentos de angustia y de no saber qué hacer y cómo comportarnos con él, y nos encontramos también en un estado de ansiedad al mismo tiempo que debemos acudir a nuestros trabajos cada día e intentar ayudarle a él en lo que podamos dentro de nuestros pocos conocimientos al respecto.

Con esta carta, es mi deseo expresarles mi sentimiento de confusión y de impotencia ,al ver que si dejo a mi hermano a su libre albedrío, va a volver a quedarse en la calle, y al mismo tiempo, si no dejo de cuidarle mi marido y yo podemos enfermar más de lo que ya estamos.

Por lo que les ruego, si pueden darme algún consejo para poder llevar mejor este mal trago que estamos pasando, lo hagan lo antes posible, Atentamente, y con cariño a todos Ustedes, un abrazo

El peligro de enamorarse de un psicópata

http://www.sitiosargentina.com.ar/notas/julio-2005/enamorarse.htm

El peligro de enamorarse de un psicópata

Aunque suelen ser hombres encantadores y persuasivos, son también tramposos y dañinos ¿Cómo reconocerlos para no caer en una relación destructiva?

Él la llenó de flores y regalos y ella, que es sensible, se enamoró enseguida. Pronto, él le sugirió que renuncie y se vaya a trabajar con él.
Luego, le dijo que no pasara tanto tiempo con sus hijos, entonces ella los dejó al cuidado de su ex marido. Se fueron a vivir juntos pero un día, cuando la mujer había perdido el contacto con su entorno social y había dejado sus proyectos, él la dejó sin darle ninguna explicación.

“De a poco los psicópatas van captando las cualidades, conocimientos y características de sus parejas y las usan. Obtienen contactos, información, conocimientos y muy sutilmente activan una profunda descalificación – describe la Lic. Iris Pugliese, psicóloga, codirectora del Centro Psicoanalítico Argentino -. Cuando la autoestima de ella está totalmente socavada la dejan”.

Esa descalificación provoca que la mujer se deprima y en ese estado lo siga idealizando y no se de cuenta de que se siente así porque el psicópata, que es muy sutil, la llena de culpas.

“Lo que excita a los psicópatas y mayor satisfacción les produce, es engañar a la mujer que los ama y se juega por ellos y lo hacen sin la mínima preocupación por el daño o el dolor que causan”, explica la licenciada. Y advierte que, a pesar de que juren y perjuren, “los psicópatas tienen pocas posibilidades de cambiar”.

“No son ni locos, ni cuerdos: son simplemente personalidades anormales, que tienen una especial manera de ser y de relacionarse con los demás que desentona con el resto de una comunidad determinada”, explica Pugliese.

Existen ciertas características de la personalidad de un psicópata, que permiten identificarlos y saber cómo hacerles frente, para seguir con ellos o alejarse definitivamente.

En su artículo “El psicópata: un hombre especial del que convendrá… ¡huir!”, Iris Pugliese enumera algunas de ellas. Son locuaces y persuasivos, impulsivos e inquietos, expertos en declaraciones de amor que tienen como objetivo obtener un bien deseado, e incapaces de manifestar sentimientos de culpa. Se especializan en prometer –hipócritamente- enmendar su comportamiento si son descubiertos en mentiras, culpan siempre a los demás por sus errores. Además, los psicópatas insisten en obtener apoyo y comprensión incondicionales, y responden a los cuestionamientos con acusaciones de no ser amados.

“Mi pareja siempre se quejaba de que no lo consultaba antes de tomar una decisión –relata Juana, quien estuvo casada con un psicópata-. Y de esa forma me controlaba. Después de un tiempo, terminé alejándome de mis amigos y de mis familiares”.

Juana relata que buscó ayuda psicológica cuando descubrió que estaba deprimida. Trabajando en terapia, se dio cuenta de que el problema estaba en la personalidad de su marido, y decidió separarse. “Pero él me manipulaba, y terminaba sintiéndome atraída hacia él”.

Cuando por fin pudo terminar la relación, habían pasado varios años, y la mujer estaba sola, porque su pareja la había alejado de sus contactos sociales.

Otro caso es el de Carola, cuyo marido cambió radicalmente luego de una separación. “Después del divorcio, él utilizaba la táctica de ser seductor, pero con nuestro hijo. Era una persona completamente diferente conmigo que con él; finalmente logró que nuestro hijo decidiera mudarse con él”.

“El psicópata tiene un componente envidioso: cuando no necesita a la pareja, la destruye”, observa Pugliese. La psicóloga también explica que “se da una complementariedad perfecta entre un hombre que no concibe la vida sin un poco de riesgo, encanto y acción, y una mujer que al no elaborar viejos conflictos infantiles relacionados con la idealización de padres omnipotentes, termina durmiendo con el enemigo».

“En principio, para que una mujer se enamore de un psicópata, tiene que ser una persona psíquicamente dependiente. La pareja de un psicópata es una mujer melancólica” –define el Lic. Andrés Sánchez Bodas, psicólogo y Director de Holos San Isidro

El Sol negro: un psicópata en la familia Hugo Marietán

fuente:Sitio del Dr. Hugo Marietan

http://www.marietan.com marietanweb@gmail.com

Hugo Marietán

Publicado en Alcmeon, 48, noviembre 2005

Introducción

La familia básicamente es un sistema. Y todo sistema que permanece es porque de alguna manera beneficia a sus miembros.

Por suerte, la mayoría de los psicópatas demuestra su psicopatía por fuera de la familia. A tal punto que muchas veces la familia ni se entera de las actividades psicopáticas del individuo. Tienen familia pero no descargan la psicopatía en ella. Un porcentaje escaso lo hace dentro de la familia.

Hace poco consultó una señora que había estado casada 25 años y hacía 2 años que estaba separada. Quería saber que pasó con ella que en 27 años no se enteró que estaba con un psicópata. Lo descubrió por azar. En un momento revisó algunas cosas de la casa que compartió con este hombre y encontró una caja llena de fotografías de mujeres adolescentes en actitudes eróticas con él. Él siempre andaba con una cámara fotográfica, pero ella tomó esto como un hobby inocente. De vez en cuando él salía a cazar con unos amigos. Investigó a estos amigos y se dio cuenta que todos participan de la misma perversa afición. Dice que con ella un par de veces él intentó tomar fotografías en posturas especiales, y por eso las reconoció cuando vio las fotos, eran las mismas posturas. Se preguntaba cómo no pudo detectar la psicopatía. Fuera de esto, era hombre trabajador, buen padre, etcétera.

El efecto Sol negro

Yo llamé a la acción del psicópata en la familia el efecto ‘Sol negro’, porque hace que todo el sistema familiar gire alrededor de él, como si fueran planetas alrededor de un Sol. A diferencia del Sol que da luz, da energía, da vida y permite el desarrollo de los individuos, el psicópata, toma la energía de todos, opaca a la gente, impide el desarrollo de los miembros de la familia, ejerce un poder intenso. Son como‘vampiros energéticos’, desvitalizan.

Hace unos meses viene a consultar una mujer que se dedica a la creación de guiones teatrales. Hasta un mes antes estaba casada y era parte de un circuito psicopático en el que estuvo durante cuatro años. Esta guionista parecía anémica, en el sentido médico del término. Por la falta de fuerza física y el atolladero mental en que se encontraba: parecía totalmente chupada energéticamente.

Me dijo que perdió todos sus amigos, (los psicópatas, en su afán de poder, separan de todas las personas que son significativas, los va sacando para concentrar el poder sobre él), y se quedó sin relaciones de tipo sociales, sin contactos. Contó que su ex marido hasta le sacó su parte creativa, la opacó. Toda su energía estaba puesta en el modo de poder satisfacerlo, tarea bastante imposible, siempre había un pero, siempre faltaba algo

El emergente.

Cuando en un sistema familiar hay un psicópata, ¿qué es lo que primero aparece en nuestro consultorio? Aparece el emergente, aquel que es signado como “enfermo”.

Una vez llegó a la consulta una chica, acompañada por su madre y su padre, tenía todas las características de un síndrome esquizofreniforme. Tenía alucinaciones auditivas, visuales, percepciones delirantes, ideación de ser perseguida, premoniciones. Con esto, es fácil dejarse llevar y colocar el rótulo de esquizofrenia. Por suerte con la práctica se aprende que en la esquizofrenia hay que esperar para hacer el diagnóstico.

Más adelante me entero que el hermano de esta joven de 28 años estaba internado en una granja de recuperación de adictos graves. Una segunda hermana se casó muy joven: se marginó del sistema. El padre era una persona muy ansiosa, irradiaba tensión.

En contraste con todo esto, la madre soportaba estoicamente la carga de esta familia tan pesada y de difícil convivencia. Una madre abnegada que llevaba su cruz.

Las tres instancias

Por lo general en las familias donde hay un psicópata en primera instancia se ve el emergente, en segunda se ve que hay otros miembros de la familia que están con problemas psicológicos o psicopatológicos, y recién en tercera instancia, con mucha investigación y la mentalidad abierta, se ve al psicópata, se ve al Sol negro.

Así, he concluido que cuando en una familia hay varios miembros con descompensaciones psicopatológicas hay que buscar al psicópata, en algún lado está.

En este caso la psicópata era esta madre, que además padecía una ludopatía grave. Tenía acciones francas de cosificación; por ejemplo su madre, una anciana de pocos recursos, vivía de una pensión. Ella tenía el poder para cobrar esa pensión y sacaba el dinero y lo jugaba. Pedía préstamos a la empresa en la que trabajaba el marido, a cuenta; bueno, hacía toda una serie de cosas que no vienen al caso ahora que la tipificaban como psicópata. Sin embargo, si uno la toma en una primera instancia, parecía una madre sufrida y victimizada.

Los rasgos neuróticos del psicópata

Algunas veces el psicópata presenta rasgos neuróticos. Esta es una observación que yo investigo desde hace tiempo, la presencia de rasgos neuróticos en los psicópatas. Esto es importante de destacar porque nuestra formación nos lleva a canalizar los diagnósticos a través de las psicosis o de las neurosis, y cuando observamos rasgos neuróticos vamos por una vía muy directa a pensar el cuadro como neurosis, dejando de lado otras posibilidades, y ahí nos perdemos.

Lo emocional impide el análisis

El otro error que podemos cometer al momento de detectar a un psicópata es dejarnos invadir por lo emocional o lo ético ante las acciones psicopáticas. Lo afectivo anula el posterior seguimiento intelectual del caso; nos quedamos con el impacto y paramos de razonar.

La acción invisible de la psicopatía

Sabemos que hay otros soles oscuros, que si hay un depresivo, uno o más miembros de la familia giran alrededor de él, sabemos que se da en otros estados también, como en la psicosis. Un neurótico grave también puede hacer girar a la familia alrededor de él, pero en todos los casos la familia puede detectar la enfermedad, es un depresivo, es un neurótico. La psicopatía no se nota, la psicopatía permanece invisible y solo nosotros la captamos a través de los efectos que producen en la familia.

La atmósfera psicopática

Después tienen que pensar en lo siguiente, los miembros de esas familias, sobre todo los chicos de estas familias, están en esa atmósfera, han crecido en esa atmósfera psicopática, entonces para ellos es indistinguible qué es un psicópata y qué no es un psicópata, qué es lo que está bien y qué es lo que está mal, ellos han crecido así. En la adolescencia los chicos se abren más a la comunidad e intentan afirmar su personalidad, y encuentran en la psicopatía un escollo.

Las reacciones a la psicopatía

Entonces pueden reaccionar de distintas maneras:

a) ignorar el tema, negarlo

b) someterse

c) rebelarse: la rebeldía es faltar a la obediencia, es ser indócil, oponerse con tenacidad, pero dentro del sistema; desde el sistema se critica el sistema.

d) revolucionar: es atacar el sistema desde afuera o desde la marginalidad, clandestinamente.

e) radiarse: es alejarse del sistema, como hizo la chica mayor de este caso que conté, que a los 17 o 18 años se casó y se fue. Es girar a una órbita mucho más amplia

f) enfermar

Los efectos de la psicopatía

Si bien la psicopatía no es visible, en el sentido de no ser detectada como una depresión o una neurosis, se ve a través de los efectos.

Para algunos miembros hay algo que no cierra, que no está bien. Y a medida que van creciendo más se nota esto. En los niños suelen notarlo las maestras, los compañeros, hay algo en ese pequeño que no está funcionando bien, no se sabe qué es, pero se nota que está englobado en una situación que no es la normal.

El no darse cuenta activo

La esposa del psicópata por supuesto es una complementaria. La complementaria tiene un modo de no darse cuenta especial. Las cosas anómalas acontecen y la familia o los amigos le dicen que lo que está viviendo es un desastre, todos se lo señalan, pero la complementaria no ve, hay un no darse cuenta activo, trabaja para no darse cuenta.

Cuatro puntos para destacar

Me gustaría insistir en cuatro puntos. Primero, que cuando ustedes sospechen una psicopatía, traten de controlar su sistema emocional, el psicópata puede suscitar repugnancia y reacciones afectivas negativas una vez conocida la acción psicopática: un incesto, una perversión, produce un choque emocional importante y así no se puede analizar nada. Tenemos que “enfriarnos” y estudiar el caso, para ayudar, si lo solicitan, a la gente que está alrededor del psicópata. Segundo, en aquellas familias que presenten varios miembros con alteraciones psicopatológicas, busquen al psicópata, es muy probable que lo encuentren. Tercero, no se dejen confundir por los rasgos neuróticos, el psicópata puede presentar rasgos neuróticos. Cuarto, el psicópata es un gran absorvedor de energía y ejerce un poder especial sobre la familia.

Descripción y análisis de un caso:

Carlitos, el mentiroso

Una mujer, por teléfono, pide una consulta. Dice que su cuñado es un mitómano y genera problemas en la familia. Su esposo (34 años), hermano del susodicho, la acompaña a la consulta. Ella tiene 30 años, Carlitos, el mitómano, 27.

Carlitos, el mentiroso, vive con sus padres. Terminó con dificultad el secundario. Realizó una carrera terciaria pero nunca ejerció. No trabaja ni tuvo empleo fijo, lo mantiene el padre. No manifiesta proyectos de futuro. Es muy inteligente y seductor.

Dicen que Carlitos tiene dos facetas, una dentro de casa, parca, y otra afuera donde es activo y seductor. Es bifronte.

El hermano, esposo de la consultante, recuerda que Carlitos siempre fue mentiroso. Esto de ‘siempre’ hay que tenerlo presente porque implica una continuidad, un rasgo incorporado a “la manera de ser”. Una cosa es mentir en determinada situación, mentir siempre ya es una acción sistemática. Mentía con las notas del colegio, le mentía a los compañeros; miente constantemente ahora. Cuando es confrontado con la verdad, con las pruebas que demuestran que las cosas no son como él dice, mira fríamente y dice “no es así”. O sea, más allá de las evidencias, sigue sosteniendo que no es así. Estas personas suelen hacer esto, defender hasta último momento el tema de la mentira, aún con las pruebas en la mano. Demasiado presionado por la evidencia puede decir “me equivoqué” con la misma frialdad. En este tema de la mentira hay una actitud especial, no es una mentira común.

Dicen, “en realidad venimos acá porque nos preocupa algo, que es más serio que mentir, Carlitos empezó a robar”. A sacar cosas de la casa, de valor económico y afectivo, y lo vende por dos pesos en la calle.

Cuentan la siguiente anécdota: le dicen a Carlitos que saben que está sacando cosas de la casa, le preguntan a quién se las vende porque son cosas que les interesa conservar y quieren recuperarlas. Carlitos niega hasta más no poder y al final lo dice, vende a un reducidor, a una persona que compra objetos robados. Van al negocio del reducidor y le dicen que quieren determinadas cosas y el reducidor, para sorpresa de los dos, le dice “Ah… esto lo trajo Carlitos!”. Y comienza a hablar de Carlitos con cariño, pregunta por qué le están haciendo eso, dice que Carlitos habrá tenido alguna necesidad; habla tan bien de él que quedan impactados ¿Cómo puede ser que un truhán hable así de Carlitos? Incluso llegó a darles consejos sobre cómo hacer para que Carlitos no se sienta mal al ver las cosas devuelta (a esto llega la seducción de este muchacho).

Cuando vuelven con las cosas le muestran que robó más que lo que había confesado, Carlitos niega, el mismo mecanismo, están las cosas ahí y lo niega hasta que al final sin problema dice “bueno, si”. Sin remordimientos, sin gestos, sin disculpas

Haciendo memoria, el hermano recuerda que Carlitos robaba desde chico, les robaba a los compañeritos de colegio, robaba los vueltos.

El hermano y el padre de Carlitos son profesionales. Lo instan a trabajar y aparte le consiguen todo, hacen las conexiones de trabajo, pautan las entrevistas. Carlitos va pero o hace un desempeño horrible en las entrevistas con lo cual no lo toman, o bien lo toman y a los 2 ó 3 días lo despiden, o no va pero dice que va.

Carlitos trabajó unos meses en un emprendimiento que realizó un amigo de él, hacían turnos rotativos, un día atendía él y otro el amigo, hasta que de pronto se quedó sin trabajo y sin amigo. Es fácil concluir lo que pasó.

Parasitismo. Inteligencia. Actitud bifronte. Seducción. Mentira. Manipulación. Ausencia de proyecto futuro. Cosificación. Uso particular de la libertad. Robo. Falta de empatía. Sin remordimientos por las acciones atípicas. Vamos sumando.

Luego dice el hermano “en realidad tenemos dos problemas, porque esto está afectando mucho a mis padres”. La madre tiene 63 años, el padre 65. Les preocupa porque desde hace unos años ellos están opacados, girando alrededor de todo lo que sucede con Carlitos. Es el concepto de Sol negro, hace girar a las personas alrededor de él y les quita energía.

Los padres de Carlitos eran personas dinámicas, activas, tenían amigos, frecuentes reuniones, algunos fines de semana iban a Claromecó donde tenían una casa. Hace algunos años que eso ya no es parte de su vida, están ahí, girando alrededor de Carlos. Y como los padres, esta pareja también, ellos hacen una consulta por Carlitos, están preocupados por Carlitos, porque no trabaja, porque no tiene proyectos, porque no saben que va a ser de él cuando sus padres ya no estén. Todo gira en torno de Carlitos.

Carlitos es un Sol negro que hace girar a todos a su alrededor y les va quitando vitalidad. Esta pareja ve como ha cambiado la calidad de vida de los padres, como se han aislado. Esta es otra acción de estas personas, aíslan para manejar mejor la situación. Ellos ven cómo fue disminuyendo todo lo relacionado con la distracción y el placer, cómo se va opacando la vida, por eso decimos, usando otra metáfora, que estas personas son vampiros energéticos, desvitalizan.

Presionado por la familia Carlitos consulta a una psicóloga. Suelen acceder a consultas. Duró tres meses. Al principio iba una vez y otra faltaba (se quedaba con el dinero de la consulta, ¡por eso también le convenía consultar!). Al mes la familia llama a la psicóloga para una entrevista para ver cómo estaba. Pero la psicóloga responde que dado que Carlitos tiene más de 21 años no accede a ningún tipo de consulta con un familiar. Descubren las maniobras de Carlitos en relación al dinero y las faltas a sesión y cambian de psicóloga. Al cabo de un tiempo piden entrevista y se encuentran con que la nueva psicóloga estaba fascinada con Carlitos. Es así. Estos tipos son muy seductores y trabajan a niveles que no están relacionados con la lógica. Los familiares llegan a la conclusión que esa vía no daba resultados con Carlitos.

Carlitos no se angustia. Sus familiares lo ven como a una persona que no siente culpa y es muy fría.

Carlitos no se droga. No consume alcohol. No fuma.

El hermano vive en el Conurbano y Carlitos en Capital. Una vez pide al portero de su edificio que llame a su hermano y le avise que está por matarse, tenía un cuchillo en la mano, le pide que le diga que se va a cortar las venas. El portero lo llama. La cuñada y el hermano dejan todo lo que están haciendo y parten raudos a Capital, hay que salvar a Carlitos. Cuando llegan sólo se había hecho unas escaras con el cuchillo. Falsa alarma.

Carlitos tuvo una pareja. En un momento el padre, libera un departamento para que Carlitos se vaya a vivir en él. Ahí Carlitos forma una pareja. La cuñada comenta que las relaciones de Carlitos son temporarias y que depende de la actitud de la mujer, la mujer es la que va a buscarlo y hace todo el trabajo, Carlitos se deja. Vivió con una chica que fue la que mantuvo activamente la pareja, hasta que se cansó y se fue.

¿Qué hace Carlitos con el producto de sus robos? No tiene necesidades económicas. Aparece con una remera nueva, invita a cenar a sus amigos o familiares, gasta el dinero en banalidades.

Esta pareja que consulta está preocupada: Carlitos roba. Los padres están muy mal ¿Qué va a pasar con Carlitos cuando los padres mueran?

Cómo coordinar un caso así

Una vez descartados los diagnósticos de psicosis y neurosis, y establecida la correspondencia entre los rasgos descriptos por los familiares y el Descriptor de Psicopatía, podemos presumir la psicopatía.

Puesto en esa posición se diagrama un esquema de asesoramiento para la familia:

1) Asesoramiento a la pareja consultante: dado que ellos presentaron el problema, son los que reciben la primera información acerca de qué es un psicópata. Es decir el planteo inicial es docente. No es tarea fácil ya que el tema no es conocido y resulta de difícil comprensión. Les sería más digerible pensarlo como un enfermo al estilo de un neurótico o un psicótico. Pero la psicopatía es otra cosa: no es una enfermedad sino una manera de ser, una variante de tipo humano. En este caso que Carlitos pase a ser Carlos, alguien que conoce la diferencia entre lo bueno y lo malo y puede dirigir sus acciones y comprender sus actos. Que deje de ser Carlitos en enfermito, para ubicarlo en su justo rol: Carlos el psicópata.

2) Intentar que los padres realicen una consulta. Aquí la docencia es aún más dificultosa. Por lo general los padres, por catatimia, tienden a minimizar los problemas de sus hijos. Y si existen a buscar en qué fallaron ellos para que el hijo sea así; se culpan. También suelen luchar denodadamente para revertir la situación, es decir para que se produzca un cambio en el hijo. Algunos padres toman el señalamiento del problema como una agresión o una incapacidad del terapeuta y suelen cambiar de profesional hasta encontrar alguien que les diga lo que quieren escuchar: que existe un pronóstico benigno para su hijo. Es decir, les cuesta poner distancia psicológica para ver con mayor frialdad el problema. Otros, rendidos ante la evidencia, consultan ellos, lo que hace más liviano el asesoramiento. En este caso, que el hijo tiene 27 años, la serie de repeticiones de los rasgos, la frustración y el agotamiento, pueden facilitar el accionar del terapeuta.

3) Una vez que están informados acerca de qué es un psicópata yo suelo trabajar acentuando la imposibilidad del cambio. En un principio esto puede parecer pesimista o directamente nihilista, incluso anti terapéutico. Pero la experiencia me ha demostrado que los familiares suelen desgastarse en pos de la posibilidad del cambio, deambulan de consultorio en consultorio, de frustración en frustración y lo único que consiguen es desgastarse en la ilusión y darle más firmeza al sistema psicopático. En consecuencia suelo explicarles con detalle el concepto: “una manera de ser”. Que son así. Que no van a cambiar. Que hay que aceptarlos con esas diferencias. Para lograr esto suelo usar el mismo material informativo que ellos me proporcionan y marcarles cómo se repiten los rasgos, las actitudes, las experiencias desde los indicios en la infancia, la acentuación en la adolescencia y la plenitud de las manifestaciones en la adultez. El hacerles recordar facilita mayor información y se van convenciendo; contar la historia del hijo, esta vez con la referencia de los rasgos. En este caso que comentamos el rasgo mentira es de fácil seguimiento, la acción robo también: “siempre mintió, siempre robó”, dice el hermano. El rasgo parasitismo es muy demostrable y así se procede con los demás.

La aceptación del “no cambio”, una vez superada la decepción, produce el siguiente efecto: no se pierden energías sobre ese tema y se orientan los esfuerzos en redimensionar el problema y los roles de los miembros frente a la psicopatía. La actitud de los miembros del sistema ante el psicópata cambia.

4) Trabajar sobre la culpa de los padres. Como dijimos esto es un escollo ya que los padres se sienten responsables de la formación de su hijo. Y esto puede ser válido para algunas patologías, pero para la psicopatía no existe un fundamento de peso que lo sostenga. No está demostrado que una psicopatía pueda ser adquirida o debida a errores en la crianza de los hijos o derivada de conflictos en la infancia. Pero la mochila de la culpa hace que los padres apañen las acciones psicopáticas de sus hijos. Y los psicópatas aprovechan muy bien esta debilidad para manipularlos y exacerbar el sentimiento de culpa para conseguir sus objetivos.

5) Recién después de esto se puede pasar a trabajar sobre la distancia psicológica frente al psicópata. Esto consiste en ver al psicópata como distinto y evita el paso psicológico de la empatía es decir el razonamiento: “yo en lugar de él haría…”. Esto que puede dar resultado ante un igual, fracasa estrepitosamente ante el psicópata. El psicópata piensa, siente y hace de otra manera. Y una mente normal nunca puede llegar a comprender cómo funciona ese cerebro. El intento de comprender puede ser otro camino falaz en que se embarquen los familiares. Aquí se debe ser tajante: no se puede comprender la mente de un psicópata. Los expertos apenas si pueden llegar a entender algo.

La distancia psicológica, entonces, es poder diferenciarse del psicópata y comenzar a ver sus acciones y los efectos de esas acciones sobre sí mismo y sobre el resto de los miembros de la familia. Es decir comenzar a preservarse frente al psicópata. Hay que aclararles que estas modificaciones deben ser realizadas paulatinamente a fin de evitar las reacciones agresivas y descompensatorias del psicópata que pueden ser, en ocasiones, de gravedad.

6) La distancia física, el alejamiento del área de acción del psicópata es lo ideal, es lo que enuncie en 1998 como Contacto Cero, ningún tipo de comunicación, de relación, de avistamiento. Esto puede lograrse en casos de complementarias agotadas, hermanos, hijos adultos y, raramente, en padres

Es difícil, a veces imposible, que los padres puedan mantener lejos a su hijo psicópata. Sólo en caso de marcados asociales puede lograrse esto. Pero en los casos de parasitismo la relación con los “huéspedes” puede ser muy prolongada y solamente podemos darnos por satisfechos si conseguimos la distancia psicológica, el entendimiento del problema. Es importante que todos los miembros de la familia estén al tanto del problema y reciban la educación adecuada: los rasgos de seducción, coerción y manipulación suelen ser muy acentuados y es necesario apoyarse unos a otros.

7) El traslado del problema: si una familia se saca un psicópata de encima lo recibe otro grupo social. En el caso del parasitismo deja de parasitar a la familia, pero pasa a parasitar a otra persona o grupo, hay un desplazamiento de parasitismo. El psicópata no cambia. Por eso cuando esta pareja preguntaba qué iba a pasar con Carlitos cuando se mueran los padres la respuesta es fácil: va a parasitar a otros y, seguramente ellos (esta pareja) estaban en la mira del psicópata. Tema que seguramente esta pareja sospechaba y habrá motivado, también, la consulta. Entonces la “solución” a la problemática de esta familia consiste en un “traslado”: puede zafar ella del psicópata, pero el psicópata ejercerá la psicopatía en otro nicho social.

8) La actitud del terapeuta en este proceso: tenemos que acompañar el proceso, no estar delante del proceso. Si bien se puede tener claro qué se debe hacer, qué debe hacer la persona, qué debe hacer la pareja, qué debe hacer la familia, no se puede avanzar por delante de la familia. Se debe acompañar, coordinar el proceso, no dirigirlo. Estar un tramo adelante, pero no demasiado. Es la familia la que debe ir asimilando las modificaciones, absorbiendo los cambios, madurando la problemática. Esto hará que los resultados sean duraderos y no meros seguimientos de órdenes.

9) Avanzar paso a paso. Por ejemplo: antes de tocar el tema de la distancia es necesario que las personas estén convencidas de lo que van a hacer, que no tengan ideas difusas ni vagas, que tengan claro de qué se trata la cosa.

10) Estar preparados para los altibajos. El resultado de nuestro trabajo de asesoramiento familiar no es parejo. Suelen haber marchas y contra marchas. Avances y retrocesos. Recuerden que el psicópata es un hábil manipulador, que capta las necesidades del otro, que seduce, que ejerce un poder irracional. No desalentarse ante los resultados magros o los retrocesos. Mientras la familia solicite el asesoramiento, allí estaremos.

11) ¿Debemos entrevistarnos con el psicópata? No es necesario. Sé que esta respuesta provocará más de un escozor, de una polémica. Pero después de tener a tantos mentirosos, manipuladores, seductores, amenazadores del otro lado del escritorio he llegado a esa conclusión. Desde luego que los colegas tienen todo el derecho de no privarse de esas experiencias.

Soles oscuros y Sol negro

Tener un enfermo mental en una familia es muy desgastante. La familia comienza a girar sobre el enfermo. No se ve nada, no hay herida, una lesión, algo concreto. Y el paciente tiene esa sintomatología, la angustia, ese extraño dolor y el familiar contempla. No entiende. Sabe que algo no está bien y que él muy poco puede hacer.

En la depresión

Cualquiera de ustedes que haya tenido en su familia un depresivo grave, no un melancólico, ni un pesimista, ni una persona con un amor no correspondido con la vida, ni un Melancoloide, sino un depresivo “mayor”, sabrá cuanta energía nos lleva. Ver la angustia, la soledad de esa persona, ese encerrarse a oscuras, no tolerar ruidos, el llanto permanente, la queja , la ideación suicida. Tanto desgaste. Tanta impotencia. Llega un momento en que el familiar se agota tanto que, a veces, se alía a la ideación de suicidio como solución que tiene el paciente. Por eso ustedes, en algún momento de su práctica, se van a sorprender por insólitos descuidos que posibilitaron el suicidio del depresivo grave.

Recuerdo el caso de una familia muy adinerada, cuya madre era una depresiva grave crónica. Varias internaciones. Varios conatos de suicidio. En una de las interfases y con motivo de una fiesta religiosa, la albergan en la casa de uno de los hijos. Un dúplex en el noveno piso. Tenían práctica en cuidar que no esté en contacto con elementos peligrosos, cuchillos, hojas de afeitar, etcétera. Las ventanas estaban enrejadas por la presencia de hijos pequeños del dueño de casa, lo que la hacía más segura para albergar a la paciente. Y la vigilancia permanente.

En un momento la paciente queda en el piso de arriba y ellas se reúnen en el piso de abajo para brindar. Fue poco tiempo. Pero el suficiente para que la paciente fuera al baño, abriera la claraboya y se arrojara al vacío. Un descuido inexplicable, no conciente, no deseado. Pero muchas veces el agotamiento hace trampas, y facilita lo no deseado.

He escuchado a familiares de depresivos llorar por la culpa que sentían de pensar que la muerte era la solución. Sentían que la vida de ellos también le pertenecía a la depresión, que también ellos habían perdido gran parte de su calidad de vida, y que nada se podía hacer para aliviar la crueldad de la angustia depresiva.

Ellos también giraban alrededor del depresivo, no todos. Siempre era uno, más raramente dos, el que se pega al sistema de la enfermedad. Los otros, a su manera, acompañaban, o se radiaban del problema.

Sin embargo la depresión despierta la pena y el deseo de ayuda por parte del familiar. Luego, con el cansancio, viene la agresión. Pero el familiar tiene plena conciencia, pasado un tiempo de la fase, que está frente a un enfermo. Le puede hacer muchos reproches: falta de voluntad, no apreciar lo que tiene, etcétera, pero sabe que es un enfermo.

En las neurosis

En el caso de los neuróticos puede pasar algo similar, con otra forma, otra figura que se dibuja en las relaciones familiares. El neurótico es demandante, manipulador, agresivo a su manera, quejoso, caracúlico en ocasiones. Y si es una neurosis grave, también la familia gira alrededor de ellos. En algún artículo escribí una experiencia: en plena noche tocan el timbre de mi casa y se me presenta un cuadro altamente dramático. Una familia acompaña a una chica de 18 años que yace como desmayada aupada en brazos de su padre. La madre, el padre, los hermanos, el novio, un vecino. Recuerdo esas caras de angustia, de desasosiego y los rasgos desfallecientes de la joven. La escena era digna de un cuadro de Goya o Velásquez, de la música de Wagner. Toda la familia había dejado todo para socorrerla. Era una histeria. Pero era en esos momentos en que la histérica generaba estos síntomas tan convocantes, y la familia corría detrás de ellos. Son manipuladores, pero hay sosiego, etapas de silencio sintomático, de latencia, en que cada uno puede hacer su vida. Después de mucho tiempo la familia encuentra molesto el accionar del neurótico y puede reaccionar agresivamente. Hay un dejo, en el neurótico, de cosa artificial que el familiar capta. El familiar hace su vida y paga su cuota por convivir con un neurótico.

Hay neuróticos muy graves y toda la familia está pendiente de ellos, giran a su alrededor, pero está presente el concepto de enfermedad.

En las psicosis

En los casos de psicosis, de la esquizofrenia por ejemplo, un familiar debe ceder su parte de vida para dedicarse a la misma. Nosotros desde la psiquiatría protestamos cuando observamos en los hospitales que muchos pacientes crónicos están “depositados” en los pabellones porque los familiares los han abandonado. Como psiquiatras protestamos: ¿cómo van a dejar una persona depositada en un hospital? El director del Hospital Moyano, en un congreso reciente, reconocía que la mitad de las pacientes internadas se podían ir a sus casas. Y todos los que trabajamos en pabellones de crónicos sabemos que el ochenta por ciento o más, no deberían estar internados, que bien podrían estar en sus hogares o al menos en sistemas de hogares públicos menos estrictos que una internación psiquiátrica. Pero, desde el punto de vista de la familia, tener una persona con esquizofrenia, es hipotecar parte de su vida en aras de la enfermedad: no se lo puede dejar solo, la conducta es imprevisible. Y muchas veces el familiar se plantea la disyuntiva o él o yo, y apuestan por su calidad de vida y lo dejan depositado, que el estado se haga cargo. El agotamiento que produce la persona esquizofrénica es intenso. Pero la enfermedad es patente, casi se palpa, no hay dudas que se está frente a una enfermedad grave.

En la psicopatía

En el caso de la psicopatía he observado que se cumple lo que me ha dicho una vez un familiar de un psicópata. Hace muchos años ya que he dejado de buscar las claves de esta profesión en libros de idioma inglés, francés o alemán para dedicarme a escuchar que me dice el paciente, qué me dicen los familiares. No qué me debe decir el paciente, de acuerdo a lo que leí o traduje, sino qué me dice, qué hace, qué me quiere decir este paciente. Decía, entonces, que un día un padre de un psicópata me dijo: doctor, este muchacho me roba la vida. Observen qué profundo es ese sentimiento y cuánta verdad lleva. Él se daba cuenta que lo absorbía tanto, que la conducta era tan anormal, tan demandante que el tenía que invertir su vida en el hijo. Lo que no podía hacer era discriminar, como lo estoy haciendo yo que sintetizo tantos casos semejantes, que el estaba girando alrededor de un Sol negro. Que él estaba corriendo como un bombero detrás de un piromaniaco que siempre estaba un paso adelante, que llevaba la iniciativa. Chocaba los autos (un clásico entre los marihuaneros), robos de poca monta, drogas, alcohol, manipulaciones, mentiras, falta de disciplina y constancia en los proyectos, cuando los tenía o se los imponían. El padre siempre tratando de solucionar los problemas en que se metía el hijo, de ver cómo se podía solucionar el problema, ilusionándose con un cambio que nunca se producía. Apostando a que era una etapa alocada de la juventud de su hijo, que ya iba a “madurar”.

“Doctor, este muchacho, me roba la vida”.

Era un Sol negro.

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