MADRES DEVASTADORAS

La madre de Sara llevaba años soñando con habitar un piso que estuviera frente a un hospital. Lo consiguió a los sesenta y cinco años de edad, después de convertirse en una mujer viuda. Sara, una joven de treinta años, me llamó por teléfono para suplicarme: «Por favor, necesito ayuda porque me parezco a mi madre». Nunca había escuchado frase tan conmovedora como esta, aunque cada vez me resultan más familiares expresiones como: «no sé qué hacer con ella», «sólo sirve para darme problemas-» Sara no encuentra una solución, y además cree que madre como la suya no hay ninguna, o ya no quedan. Pero hablas con María, Sonia, Natalia- y cada cual te cuenta sus versiones, eso sí, poco alentadoras. Ahí sale a relucir la madre dominante, la madre castigada, la madre insatisfecha-

Sara tiene una madre que es el reflejo de muchas, y ha intentado buscar soluciones para esa mujer que la parió entre gritos ensordecedores. En el mes de abril, decidió comprarle un billete de avión con intenciones de que se fuera durante un mes al Mediterráneo, pero la madre de Sara se lo pensó dos veces, y al segundo día de estar en la playa, tomó un vuelo para regresar a su piso porque tenía la impresión de haber dejado abandonada la casa. Pero Sara no se rindió, e intentó que su madre acudiera a una residencia por las mañanas y las tardes; sin embargo, no llegó a estar más de una semana porque según su madre, «sólo había ancianos sobones y sin conversación». Fue entonces cuando Sara se armó de valor y acudió a un psicólogo, le contrató para atender a su madre cinco horas a la semana. Días después, el psicólogo advirtió a Sara que debía iniciar las sesiones antes con ella que con su madre. Sara confiesa que se le han quitado las ganas de tener un bebé porque su madre no está por la labor de convertirse en la niñera moderna. En los tiempos que vivimos, la figura de la madre está en decadencia. Muchas madres de ahora son mujeres confundidas, sin control, presas del tiempo vivido, resignadas a la incomprensión, molestas con lo que tienen y con lo que no disponen, no encuentran su camino y se rebelan atormentando. Son madres devastadoras que, años atrás, fueron madres devastadas.

http://www.lavozdeasturias.es/noticias/noticia.asp?pkid=207201

Mamás que obstaculizan un normal desarrollo de los hijos

Mamás que obstaculizan un normal desarrollo de los hijos

Ser mamá no es una tarea fácil y menos cuando se carece de una vida propia que la lleva a vivir a través de sus hijos. Una mujer que de verdad desea ser una buena madre debe esforzarse primero por reconocer y enfrentar sus miedos, dejar a parte el egoísmo y no pretender ser el referente de todo minuto y situación. En pocas palabras, debe ser una persona madura para dejar que sus hijos se desarrollen con una personalidad que les permita crecer como personas autónomas.

Existen mamás que por su personalidad ya sea débil, dominante, nerviosa o perfeccionista, obstaculizan el desarrollo normal de sus hijos y llegan a crear una dependencia psicológica hacia ellos. A continuación enumeramos algunos tipos de mamá con dificultades para la educación de los hijos. Si usted se siente identificada con algunas de estas definiciones, es importante que reflexione sobre este comportamiento y cambie su actitud hacia sus hijos. Les puede estar haciendo un gran daño involuntariamente:

  • La madre aprensiva: Es aquella que se angustia ante el posible sufrimiento o fracaso del hijo. Se ve a sí misma como la única persona que puede salvarlo. Existen distintas razones que llevan a una madre a actuar así: tal vez hubo algo que faltó en su propia infancia y quiere que sus hijos tengan lo que ella no tuvo. Por eso los sobreprotege.
  • La madre dominante: Es quien supone que sabe mejor que nadie cómo se deben hacer las cosas y no deja a sus hijos tomar decisiones. También puede ser obsesivamente perfeccionista pues más que sus hijos sean felices, quiere que sean perfectos y para lograrlo interviene abiertamente en sus vidas.
  • La madre egoísta: Es la que antepone su propia necesidad de aferrarse al hijo y evita que él crezca para hacerse autónomo. Por eso trata inconcientemente de inculcarle el papel de “el niño que no puede”.
  • La mamá narcisista: Las personas narcisistas son auto referentes y ven a los hijos como una prolongación de su persona: si son exitosos, ellas también lo son. Por eso tienden a estar sobre involucradas en la vida de sus niños. Es el caso de la madre que se ve reflejada en su hija y la ahoga de exigencias para que sea perfecta. Otra forma de manifestar el narcisismo es a través de la insatisfacción constante, fruto de este alto nivel de expectativas. En tal caso las madres suelen ser críticas y distantes, con falta de empatía con los hijos y mucha insensibilidad ante sus necesidades y sentimientos. Literalmente les destrozan la autoestima; muchos estudios han encontrado una fuerte relación entre este tipo de maternidad y enfermedades como la anorexia y la bulimia.
  • La mamá mártir: Es la madre que se presenta como mártir con expresiones como “nadie sufre como yo”, “he tenido que soportar cosas terribles”. Pero además existe una causa cultural: en muchos ambientes se vive como si la familia unida fuese un solo cuerpo, donde cada miembro es parte de un todo que funciona al unísono. En este contexto equivocado, la madre confunde sus derechos maternales y cree que por ser “carne de mi carne” ella puede descargarse emocionalmente en sus hijos. El problema está en que con esta conducta la relación madre-hijo comienza a vivirse en forma invertida: en lugar de ser la madre la que contiene y ayuda a madurar al niño, es éste el que tiene que actuar como filtro de la madre. Esta actitud es muy egoísta porque ella se alivia y él queda muy afectado, lleno de culpas pues cada vez que quiere ser autónomo se siente abandonando a su madre.
  • La madre controladora: Es la que invade la intimidad de su hijo por varias razones. Puede tratarse de una controladora que quiere saber todo lo que ocurre en la vida de sus hijos y asegurarse de que se portan bien. Es una madre desconfiada que sólo piensa: “En qué andará”.
  • La madre inmadura: A estas madres les da envidia la vida de la adolescente. En una época en que se valora tanto la juventud y la belleza es cada vez más frecuente encontrarse con mujeres que no han asumido bien los años y desean competir físicamente con sus hijas jóvenes, de modo que este comportamiento se ve reflejado no solo en la parte física sino en la forma de actuar, provocando confrontación y competencia con las hijas adolescentes.
  • La mamá desconfiada: Es la que busca a toda hora una prueba de “delito”. El problema de fondo es la inseguridad. Se trata de madres que no están seguras de cómo educaron. Es importante que salgan de la duda conversando con sus propios hijos, confirmando sus valores y criterios. Porque de lo contrario provocan una profunda tristeza y sentimiento de persecución en ellos. Se sienten eternamente culpables sin saber por qué.
  • http://www.lafamilia.info/index.php?destino=/etapasdelavida/maternidad/archivo.php?ida=206

Personas tóxicas

– Personas tóxicas
Publicado por G.A.
Los celos, el ansia de éxito y el amor de los demás en exclusiva, están en el origen de los vínculos dañinos. Hay seres tóxicos capaces de infectarnos con su negatividad, pero también antídotos y técnicas para librarse de quienes nos amargan la vida e impiden crecer. Hay personas en nuestro entorno familiar, laboral o social, cuyos comentarios y actitudes nos complican la existencia.

Gente peligrosa para nuestra salud mental, emocional y física, a quienes conviene mantener alejados, o al menos a raya, si no tenemos más remedio que convivir o coincidir con esas personas tóxicas. Cualquiera que nos aflige con su actitud hacia nosotros, que no nos deja crecer, que no se muestra contento con nuestros éxitos y que pone barreras a nuestros esfuerzos para ser más felices, puede considerarse una persona tóxica para nuestra vida, aunque para cualquier otro individuo pueda resultar inofensiva.

Para la psicóloga estadounidense Lillian Glass, la raíz de toda toxicidad en las relaciones humanas son los celos. ¿Por qué algunas personas cercanas, queridas o amigas, nos hieren, se enfadan con nosotros, tratan de vencernos, buscan disgustarnos o intentan dañarnos con frases sarcásticas o respuestas que desaniman o al alegrarse falsamente de nuestra felicidad o éxito?

¿Por qué nos hacen críticas destructivas?, “Debido a los celos y su concomitante envidia”, señala Glass, para quien el descontento y los sentimientos de insuficiencia provocan el ansia de posesión, del éxito y del amor de otras personas, así como el deseo de tenerlas para uno mismo, en exclusividad.

Caldo de cultivo: Los Celos

La frustración de otras personas que nos ven como ganadores y se consideran a sí mismas como perdedoras, las impulsa a golpearnos mental y verbalmente, y a veces incluso mediante la violencia física. También les lleva a involucrarnos en juegos molestos, palabras crueles y comportamientos sucios.
Los celos o la falta de amor propio son la razón de muchos comportamientos negativos hacia nosotros, pero también la causa encubierta de conductas similares de nosotros hacia los demás.

La doctora Lillian Glass, sugiere emplear ciertas técnicas para que los ataques emocionales de la gente tóxica no repercutan sobre nuestra salud física y mental. Para la experta, esto es una cuestión de supervivencia, porque buena parte del bienestar y éxito en nuestra vida dependen de que se mantenga nuestra fortaleza psicológica y emocional.

A veces, para contrarrestar la toxicidad ajena o intentar que no nos afecte, se recurre al consumo de drogas, tranquilizantes o a la alimentación compulsiva. Pero ello sólo es una forma de autodestrucción inconsciente, que sólo ocasiona que esa situación negativa se agudice cuando han pasado los efectos en apariencia placenteros de esos métodos para huir de la realidad.

Tampoco hay que responder con la violencia física, ya que las agresiones a los individuos tóxicos sólo consiguen convertir en víctimas a quienes en realidad son los verdaderos agresores, lo cual realimenta su papel negativo en nuestra existencia: es como intentar apagar un incendio echándole más combustible.

La amenaza en casa

Cuando las personas tóxicas forman parte de la propia familia, pueden plantear un verdadero problema psicológico, debido a la continuidad de la convivencia y el vínculo. Si están en el trabajo, pueden poner en riesgo nuestra continuidad laboral, debido a que se resiente nuestro rendimiento a los continuos conflictos.

Ya sean nuestros padres, hijos o cónyuges, nuestros jefes o compañeros de trabajo, a las personas tóxicas hay que aprender a tratarlas, para que no trastornen nuestro equilibrio vital.
Según la investigadora Lillian Glass, la fórmula magistral para desintoxicar nuestras relaciones consiste en comunicarse para afrontar lo que nos molesta del otro y decirlo sin tapujos.

Si tiene un jefe, amigo o familiar que le hace sentir inferior. Si su madre, padre o ambos le han regañado a lo largo de toda la vida. Si está en contacto con un médico, profesor o cliente que le insulta o simplemente le pone enfermo. Si mantiene algunas de éstas u otras relaciones tóxicas, necesita sobrevivir a ellas.

Para conseguir una convivencia tranquila y feliz, la experta sugiere aplicar una serie de antídotos contra la negatividad. Una solución consiste en mantener el sentido del humor. Relajar las tensiones y divertirse, con ello permite responder al sujeto tóxico y conseguir el beneficio de la risa. Primero hay que relajarse, respirando lentamente unos segundos y exhalando mientras se recuerdan las palabras y acciones tóxicas, como si se las expulsara del cuerpo junto con el aire. Después hay que decir algo divertido, que ponga en evidencia al agresor verbal. Esto sirve para expulsar la tensión acumulada.

También es importante dejar de pensar todo el tiempo en el problema, los cual sólo contribuye a amplificarlo, ya que la mente es cómo una lupa: aumenta aquello que enfoca. Existen momentos en que una persona tóxica parece colapsar nuestra mente, convirtiéndose en lo único en que podemos pensar, lo cual es perjudicial. Hay que gritar o decir mentalmente ¡Basta de pensar! y apoyar esta expresión con frases positivas, como “soy importante”, “mi vida es valiosa” o “me siento feliz”.

La técnica del espejo

La doctora Glass también aconseja actuar como si fuéramos un espejo. Se puede obligar a las personas tóxicas a ver reflejados sus comportamientos. Si alguien no para de hablar impidiendo que los demás lo hagan, la respuesta puede ser ponerse a ladrar. Cuando el tóxico se calle y pregunte “¿qué pasa?”, se le explicará que esa es la actitud que él mantiene con los demás.

Para que los individuos tóxicos vean cuán absurdas son sus ideas, comentarios y actitudes, lo mejor es formularles con tranquilidad interrogantes sencillos que se conviertan en una progresión lógica que vaya desbaratando sus argumentos, uno tras otro.
A aquellos que odian a los negros puede preguntárseles: ¿conoce mucha gente de color?, ¿ha convivido con ella?, ¿alguien le odia por ser quien es? Sus respuestas evidenciarán lo ridículo de sus ideas. Y siempre habrá más preguntas para ponerles en evidencia.

Aunque parezca difícil, hay que intentar emplear la cordialidad. Convertir el enfado en amabilidad es una respuesta ideal frente a muchos que van de duros por la vida. Los motivos de su actuación suelen ser la inseguridad y la falta de amor propio. Al saber que esas son las causas de su toxicidad, puede controlarse el enojo y transformarse en amabilidad, con lo que se “sosiega a la fiera”. Muchas personas que tratan con el público hacen gala de esta capacidad, que da frutos asombrosos.

Otro antídoto para la toxicidad mental, consiste en desprenderse de cualquier emoción con respecto a la persona venenosa: sacarla de nuestra vida, no preocuparse por ella, no desearle ni bien ni mal, visualizar la desconexión con ella, dejarla atrás.

Catálogo de Personas Venenosas

Según Glass, estas técnicas son efectivas para contrarrestar a los que ella denomina “treinta tipos de terrores tóxicos”, entre los que incluye al parlanchín, el chismoso, el cortante, la víctima sombría y condenada, el apuñalador de dos caras, el bromista, el matón rencoroso y autoritario, y el mentiroso. Todas son distintas formas de personalidades que coinciden en intoxicar la vida ajena.

Otras versiones de individuos tóxicos, que podemos descubrir en nuestro entorno, son el individuo entrometido, el fanático, el presumido, el competidor, el maniático del control, el crítico acusador o el arrogante sabelotodo.

A veces, la presencia de conflictos continuos, puede indicar que el ser tóxico es uno mismo, en vez de los demás. Lo cual no cambia excesivamente las cosas, porque el resultado es similar: un continuo malestar y dificultades para relacionarnos.

En ese caso hay que reconocer el problema y dejar de amargar a los demás con nuestros celos más o menos encubiertos. La clave, como siempre, es la comunicación: con uno mismo, para descubrir la verdadera raíz de nuestro comportamiento, y con los demás, para dejar de hacerles la vida imposible.

María Jesús Ribas

http://www.senderoespiritual.com
http://ethosvirtual.blogspot.com/2008/05/la-gente-txica.html

La mente le sigue jugando malas pasadas al hombre moderno.


http://www.20minutos.es/noticia/536912/0/trastornos/mentales/adicciones/
* La mente le sigue jugando malas pasadas al hombre moderno.
* La obsesión por la comida sana, por lucir una figura musculada o por conseguir un físico ‘perfecto’ son algunas de las ‘nuevas neurosis’ .
* La información, la educación y trabajar la autoestima son fundamentales para evitar caer en ellas.

FUENTE:DIANA SÁNCHEZ.

El hombre moderno ha conquistado mayores cotas de bienestar, cura enfermedades que hasta ahora lo mataban y es más longevo que nunca; pero sigue teniendo un talón de Aquiles: su mente, que puede jugarle malas pasadas.

El progreso y el desarrollo de la civilización han traído aparejados la aparición de nuevos trastornos mentales. La vigorexia, la ortorexia, la adicción al trabajo, a la cirugía estética, la ciberdependencia; pero ¿qué son? ¿se pueden prevenir? ¿Cómo se reconocen sus síntomas?

Las personas que sufren obsesiones tardan entre ocho y diez años en ir al psiquiatra

Quizá conviene aclarar primero que ninguna de ellas ha sido reconocida todavía como enfermedad mental. De momento son solo “trastornos neuróticos”, como explica a 20minutos.es María López-Ibor, psiquiatra e investigadora de CIBERSAM (Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental):

“Estos trastornos no están reconocidos en los manuales de clasificación y diagnóstico, son trastornos ligados a los obsesiones; pero todavía no están admitidos como enfermedades”.

Joaquín Saiz Ruiz, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría y también uno de los principales investigadores del CIBERSAM va más allá “Para la psiquiatría no existe nada de esto. La única adicción comportamental reconocida como enfermedad es la ludopatía.”. Sin embargo, reconoce que la psiquiatría se encarga de “estudiarlos marginalmente, como curiosidad”.

La falta de consenso y el hecho de que este tipo de trastornos obsesivos muchas veces queden enmascarados por otros, hace que tarden años en diagnosticarse o que incluso queden mal diagnosticados. También esto explica la falta de estadísticas sobre el número de personas que los sufren.

“Muchos no vienen directamente a la clínica, vienen cuando empiezan a presentar otra sintomatología, por ejemplo, se deprimen, sufren ansiedad, o cuando, como en el caso de la vigorexia, dejan de ir a trabajar por ir al gimnasio”, explica María López-Ibor, que matiza: “Las personas que sufren obsesiones tardan entre ocho y diez años en venir al psiquiatra, porque no se reconocen enfermos”.

Por eso la divulgación, sin alarmismo, de los síntomas es vital para que la gente tome conciencia del problema. Aún así el diagnóstico no es sencillo.

Nuevos trastornos

Adictos al trabajo o ‘workaholics’. Son gente que vive obsesionada con el trabajo, al que consagran su tiempo de trabajo y de ocio. Cuando no trabajan sienten una sensación enfermiza de vacío y sufren angustia o depresión. Nunca están satisfechos con lo que hacen ni dan por concluida una tarea de forma satisfactoria. En España no existen datos de cuántas personas sufren esta adicción; pero en Inglaterra, donde llevan hablando de este fenómeno más de una década, se cifra en un millón el número de personas que podrían catalogarse como ‘Workaholics’ o adictos al trabajo. Un estudio publicado en febrero de este año, llevado a cabo por la Universidad de Lancaster, relacionaba las largas jornadas de trabajo (que generalmente van unidas a pocas horas de sueño) con el riesgo de padecer demencia. María López-Ibor añade un interesante apunte sobre el tema: “Definir a los workaholics es difícil porque hay mucha gente que trabaja todo el día por miedo a perder su trabajo”.

Vigorexia. Según el Instituto de Transtornos Alimenticios (ITA), entre el 1 y el 10% de la población que acude regularmente a los gimnasios sufriría este trastorno caracterizado por la adicción al ejercicio físico. Esta preocupación va emparejada con una distorsión de la propia imagen y afecta, sobre todo, a hombres entre 15 y 35 años, aunque también a mujeres. A las largas y extenuantes horas de gimnasio y pesas los vigoréxicos suman un pensamiento obsesivo centrado en la mejora del aspecto físico: estricta dieta especial, consumo de sustancias para fomentar el desarrollo muscular… La vigorexia afecta sobre todo a hombres de entre 15 y 35 años

Los vigoréxicos tienen la peculiaridad de que no hacen ejercicio por el bienestar físico que les produce (y que ya de por sí es adictivo gracias a la liberación de endorfinas),si no por cumplir los requerimientos de una canon estético determinado.

Ortorexia. Sería la obsesión por comer saludable. Según el ITA, esta obsesión afecta sobre todo a mujeres jóvenes, que desarrollan sus propias reglas alimenticias y se obsesionan por la calidad de la comida, llegando a sentirse culpables y corrompidas cuando incumplen sus propias reglas. Estas personas llegan a evitar todo tipo de ‘comida social’ fuera de casa con familiares y amigos por miedo a no poder seguir su dieta. En los casos más severos, en los que se ha excluido de la dieta algunos alimentos básicos, se observa desnutrición, anemia y pérdida de de masa ósea.

Ciberdependientes o adictos a los videojuegos o a Internet. Afectaría a personas de todas las edades. En los casos de adictos a los videojuegos, se han estudiado casos de personas que son capaces de jugar sin descanso durante 16 horas seguidas, restando tiempo al sueño y a cualquier tipo de actividad social. Los que sufren este trastorno sufren síndrome de abstinencia (depresión, ansiedad, naúseas, miedo, comportamiento violento…) cuando se les priva de su ‘droga’. En países como China, Corea del Sur y Holanda ya se trata en centros de rehabilitación, como una patología social. En Japón incluso han acuñado un término propio, los ‘hikikomori’ (que significa reclusión o aislamiento).

Mucha gente trabaja muchas horas por miedo a perder el trabajo, no porque sean workaholics

Adictos a la cirugía estética. Ningún arreglo corporal es suficiente. El concepto de la propia imagen está tan deteriorado que se emprende una carrera sin límite para conseguir una armonía imposible. Hay pacientes que llegan acumular hasta 40 intervenciones, con el beneplácito de algún profesional sin escrúpulos, incluso haciendo y deshaciendo varias veces lo hecho. Todavía se da en casos muy excepcionales.

Pero, ¿cuándo hay que dar la señal de alarma? ¿Cuándo puede reconocer alguien que está empezando a tener un problema?

Para la psiquiatra María López Ibor ese momento llega cuando esa adicción “restringe tu libertad como ser humano y no te permite llevar una vida normal. Cuando te produce sufrimiento a ti o a los que te rodean, además de no permitirte adaptarte a la sociedad en la que te ha tocado vivir”.

¿Es nuestra sociedad más proclive a sufrir este tipo de adicciones?

Para Miguel Martínez, médico psicoanalista del Grupo Cero, “todos somos candidatos, todos estamos expuestos a los bombardeos afectivos y somos vulnerables”. “La desestructuración social lleva a la soledad, cada vez se aguanta menos a la gente, por lo que nos recluimos en nuestro propio mundo y eso también se hace insoportable. Al final se recurre a otras adicciones para llenar ese vacío, esa soledad”.

Él añade además otro tipo de adicción poco conocida, “la adicción a los sentimientos”. “Al fomentarse el individualísimo, se tienden a hacer las relaciones de pareja muy claustrofóbicas y cerradas y se puede caer muy fácilmente en el maltrato”.

Detrás de estas conductas hay inseguridades, miedos

Para el psicólogo clínico Pedro Rodríguez “Detrás de muchas de estas conductas hay inseguridades, falta de alternativas, etc.”.

La falta de seguridad también es señalada por la psiquiatra López Ibor como clave para desarrollar una de estas adicciones: “Vivimos en una sociedad donde la imagen es importante, antes lo importante era tener qué comer”, lo que explicaría que este tipo de problemas no estén todavía identificados en los países menos desarrollados.

Y qué se puede hacer para prevenirlas

Para Pedro Rodríguez, psicólogo clínico, la mejor herramienta para tratar de prevenir estos trastornos es “la información y la educación». Sin embargo, para este profesional, que “no es partidario de psicologizarlo todo”, el ser humano “tiene recursos propios para solucionar muchos problemas”.

“Trabajar la autoestima, reconocernos cómo somos, con nuestras virtudes y valores y respetarse a uno mismo” es clave para la psiquiatra López Ibor.

Para el psicoanalista Miguel Martínez, la ayuda para tratar estas adicciones pasaría por “una terapia de deshabituación y hacerle entender al individuo el por qué de su obsesión”. Para él “el psicoanálisis es un método muy eficaz porque refuerza la personalidad”.

El secreto del psicópata


http://www.bbc.co.uk/mundo/ciencia_tecnologia/2009/08/090807_psicopatas_mecanismo_rg.shtml
El secreto del psicópata
BBC Ciencia

Esta es la imagen de un cerebro «normal».
Científicos de Londres dicen haber descubierto un mecanismo para comprender por qué algunas personas se convierten en psicópatas.
El estudio, realizado en pacientes psiquiátricos, concluye que esta patología se debe a que existe una comunicación imprevisible entre dos partes del cerebro.
Julian Siddle, periodista de ciencia de la BBC, explica que el detonante del comportamiento psicópata es una comunicación defectuosa entre la parte del cerebro relacionada a las emociones, el miedo y la agresividad y otra parte encargada de la toma de decisiones.
El Dr. Michael Craig, del Instituto de Psiquiatría del King’s College de Londres, quien dirigió el estudio, dijo a la BBC que la interferencia entre estas dos partes del cerebro es comparable a transitar por una carretera en mal estado.
«Las conexiones en el cerebro del psicópata, o las ‘carreteras’, no están tan bien construidas como las de una persona que no lo es. Es como si la ‘carretera’ del psicópata tuviera más baches y estuviera peor mantenida que la de una persona que no padece la psicopatía».
Posibles implicaciones
Craig dice que ese trastorno por sí solo no basta para diagnosticar la psicopatía, pues puede tratarse de otro desorden psíquico, pero contribuye a explicarlo.
El resultado final es, entonces, que esta característica del cerebro no es necesariamente producto de una psicopatía sino de un fenómeno que se presenta en los psicópatas y no en las personas que no padecen esta enfermedad.
Los científicos del King’s College observaron la actividad cerebral de nueve pacientes psiquiátricos que cumplían condenas por delitos como violaciones u homicidios.
Aunque se trata de un estudio pequeño, esto podría tener implicaciones relacionadas a la toma de decisiones en el sistema de justicia penal, especialmente a la hora de estudiar si un criminal puede reincidir.